Una solución práctica para cuidadores no profesionales: uso y ventajas del salvaescaleras portátil
La mayor parte de los ciudadanos españoles tienen entre 15 y 64 años. Sin embargo, todo apunta a un envejecimiento paulatino, aunque progresivo, de la población. Desde 2008, el número de ancianos no ha dejado de aumentar. Según Statista, en aquel entonces, las personas de tercera edad representaban en torno al 16 % de la sociedad. Actualmente, este porcentaje ha cambiado: ha subido cuatro puntos. Ciertas enfermedades características de esta edad, como la artritis (inflamación de las articulaciones) y la artrosis (desgaste) restringen enormemente la movilidad del paciente en los casos más avanzados.
Para facilitarles el día a día y proporcionarles así una buena calidad de vida, es fundamental adaptar las viviendas particulares y los espacios públicos con un salvaescaleras portátil que permita al cuidador no profesional garantizar la seguridad de la persona mayor que está a su cargo. En esta ocasión, analizamos el uso y las ventajas del salvaescaleras portátil para los cuidadores no profesionales, que son la inmensa mayoría. La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología calcula que el 80 % de los cuidadores pertenecen a esta categoría (muchos de los cuales son familiares del anciano).

¿Qué diferencia al salvaescaleras portátil del resto?
Los salvaescaleras son dispositivos que facilitan la bajada y subida de personas, generalmente, con movilidad reducida (con o sin silla de ruedas) que necesitan una ayuda técnica para acceder a los pisos superiores e inferiores de una casa, una oficina, una tienda… La imagen que, convencionalmente, tenemos en mente de un salvaescaleras es una silla que circula por unos raíles paralelos a la barandilla o a la pared.
Sin embargo, este tipo de salvaescaleras fijos ocupan cierto espacio y pueden no ajustarse a todas las escaleras. A fin de preservar la seguridad y movilidad del anciano, independientemente de la amplitud de la escalera, están los salvaescaleras portátiles.
Cada modelo tiene sus particularidades. A continuación, explicamos los dos tipos principales.
Sillas salvaescaleras portátiles
Las sillas salvaescaleras portátiles, como la Scala-Combi T10 de Elevadores Vilber, están diseñadas para las escaleras más estrechas, con rellanos muy reducidos y con escalones pequeños. También resultan perfectamente aptas para subir y bajar escaleras de caracol.
Al ser salvaescaleras manuales, requieren la figura del cuidador no profesional, aunque su proceso es muy sencillo:
- Simplemente, el anciano se sienta sobre la silla y se abrocha el cinturón de seguridad.
- Una vez hecho esto, el cuidador no profesional se coloca detrás de la silla, dándole la espalda a la escalera y sujetando la silla por el manillar que tiene en el respaldo.
- Poco a poco, el cuidador sube hacia atrás los peldaños y, con sólo apretar un botón, hace que la silla salvaescaleras suba por sí misma los escalones.
Por tanto, el cuidador no tiene que realizar ningún esfuerzo físico; ni siquiera ha de tirar de la silla salvaescaleras para arriba.
La propia Scala-Combi T10 incluye un mecanismo automatizado que, con apretar un botón, da la orden a la silla salvaescaleras portátil para que actúe, elevando o bajando la silla con el anciano sentado, y salvando así las escaleras con eficiencia.
Orugas salvaescaleras portátiles
Las orugas salvaescaleras portátiles son ideales para los cuidadores no profesionales con personas mayores en sillas de ruedas.
Al igual que la silla salvaescaleras anterior, el salvaescaleras manual T-09 de Elevadores Vilber no exige ningún esfuerzo físico; el cuidador no tiene que cargar en peso la silla de ruedas: sólo necesita deslizarla por el suelo hasta ubicarla encima de la oruga, y acoplar la oruga a la silla muy fácilmente (gracias a los mecanismos de agarre del salvaescaleras).
Después de ubicar el salvaescaleras a pie del escalón, y pulsar los botones de subir y bajar, el salvaescaleras de orugas sube y baja automáticamente la silla de ruedas con el anciano a bordo. De tal forma que, en aquellos casos en los que el cuidador no profesional es también de edad avanzada —como sucede en los matrimonios ancianos que no tienen ayuda externa—, el cuidador podrá subir y bajar las escaleras acompañando a la persona en silla de ruedas sin tener que cargarla en peso.
Breve repaso de las ventajas de ambos modelos
Tanto las sillas salvaescaleras portátiles, más adecuadas para quienes no tienen sillas de ruedas, como las orugas salvaescaleras portátiles, diseñadas expresamente para quienes dependen de una silla de ruedas, ofrecen al cuidador no profesional una serie de ventajas que facilitan abismalmente el cuidado de la persona mayor:
- El anciano conserva parte de su autonomía, pudiendo subir y bajar las escaleras sin que su movilidad reducida suponga un impedimento.
- Como son salvaescaleras portátiles, se pueden trasladar e instalar en cualquier espacio y escalera. Ello implica una amortización económica mucho mayor a la de un salvaescaleras fijo, que únicamente permitiría subir y bajar la escalera donde se ha instalado.
- La automatización hace que el salvaescaleras funcione por sí mismo, lo que garantiza a su vez la protección y el bienestar del cuidador (su espalda no se resentirá).
- Utilizarlos es sumamente sencillo (basta con apretar un botón).
- El anciano no tiene por qué renunciar a su hogar: no necesitará hacer reformas y, además, tampoco tendrá que hacer vida únicamente en una sola planta de la casa (podrá acceder a todos los pisos).